En el mundo del automovilismo, hay vehículos que destacan no solo por su rendimiento en la carretera, sino también por el legado que dejan tras de sí. Uno de estos destacados es el Mercedes-Benz 190E 2.5-16 Evolution II, un automóvil que marcó un hito en la historia del fabricante alemán.
Este modelo, presentado por primera vez en el Salón del Automóvil de Ginebra en 1990, representa el retorno de Mercedes-Benz a la competición después de décadas de ausencia. La tragedia ocurrida en las 24 Horas de Le Mans en 1955, donde perdieron la vida el piloto Pierre Levegh, a los mandos del Mercedes-Benz 300 SLR y 83 espectadores que asistían a presenciar el evento, significó un punto de inflexión para la marca en el mundo de las carreras que los llevó a apartarse de la competición durante más de 30 años. Sin embargo, decidieron volver con determinación y un objetivo claro: homologar una versión de competición para participar y ganar el prestigioso campeonato alemán de turismos, el DTM.
Solo se produjeron 502 unidades de este impresionante vehículo, convirtiéndolo en una pieza de colección altamente deseada por aficionados y coleccionistas. Esta versión mejorada del Mercedes-benz 190E 2.5-16 evolution, montaba un motor de 2,5 litros que desarrollaba 235 cv a7.200rpm. Ofrecía un par de 245 N.m entre las 5.000 y las 6.000 rpm, y con un peso de 1.340 kgs era capaz de ponerse de 0 a 100 km/h en 7,1 segundos, alcanzando una velocidad máxima de 250 km/h.
Todo esto se traducía en un coche que ofrecía una respuesta enérgica y una experiencia de conducción emocionante.
En resumen, el Mercedes-Benz 190E 2.5-16 Evolution II es más que un automóvil deportivo. Es la encarnación del compromiso de Mercedes-Benz con la excelencia y la innovación, así como un tributo a la pasión y el compromiso por la competición automovilística. Con su combinación de potencia, elegancia y exclusividad, continúa cautivando a los amantes de los automóviles en todo el mundo, dejando una huella imborrable en la historia del automovilismo.
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